En este punto, resulta indispensable hacer una relación o un inventario detallado de todas las actividades, recursos y personal de apoyo que requieres para cumplir con tu promesa de valor.

La verdad, es bastante sencillo; saca una lista de cada una de estas categorías, en la que debes definir el nombre de la actividad, recurso o perfil que necesitas, la unidad de medida de cada uno y la cantidad de horas que requieras de cada una. Esto te va a permitir saber con exactitud cuánto debes invertir para cumplirles a tus clientes.

Si bien hay muchas formas de clarificar los egresos de una empresa o proyecto, yo te recomiendo dividirlos en dos grandes grupos:

  • Gastos fijos. Lo que debes pagar, sin importar cuántas ventas haces; por ejemplo, el arriendo o el salario y las prestaciones de un empleado administrativo. Al empezar, los gastos son de especial cuidado porque, como su nombre lo indica, son fijos.
  • Costos variables. Lo que debes pagar cada vez que efectúas una venta. La mayoría de las empresas buscamos tener más costos que gastos, porque si tenemos el costo es porque ya se produjo la venta y contamos con los recursos para pagar.

Contablemente, deberás tener una clasificación más detallada, de acuerdo con las normas y leyes que te apliquen. Lo importante es que este presupuesto sea muy detallado y que tomes en cuenta absolutamente todo lo que requieres tener, hacer o utilizar para cumplir tu promesa de valor. De hecho, estaría bien que tuvieras un colchón; puede ser un ítem de imprevistos, o aumentar tus egresos en un porcentaje determinado. Y siempre teniendo presente el tema tributario, ya que es vital saber cuáles son los compromisos que debes cumplir con el Estado.