Hay un concepto que yo llamo felicidad integral colectiva, que se lo debo a Una mente brillante, Premio Óscar a la mejor película de 2001, dirigida por Ron Howard.
En este drama biográfico, Russell Crowe interpreta al genio matemático John Forbes Nash, quien padeció durante buena parte de su vida de esquizofrenia paranoide, una enfermedad que lo hacía ver amigos imaginarios e incluso hablar con ellos. En la universidad, Nash tenía un grupo de amigos con el que iban con frecuencia a un bar, con la noble intención de buscar novia.
Sin embargo, cuatro nerds en un bar, en condiciones normales, no tienen muchas posibilidades de “levantar” o de ligar, como dirían en España. Básicamente, ellos llegaban al bar, se tomaban un par de tragos y se lanzaban al ataque, pero casi siempre los terminaban rechazando. Hasta que un día, Nash les propuso hacer algo diferente.
Les dijo que por qué no se ponían de acuerdo y decidían cuál de los cuatro iba a hablar con una de las mujeres del bar, escogida por consenso entre ellos. “Así —razonaba Nash— no llegamos todos a hablar con la más bonita y terminamos haciéndoles un desplante a las demás”. En realidad, no tenían nada que perder, pues ya sabían cuál sería el resultado.
Esa idea, que surgió en una noche de copas, no solo le permitió a Nash encontrar a una mujer hermosa y encantadora, sino que también le ayudó a obtener, después de muchos años de trabajo, el Premio Nobel de Economía.
Básicamente, Nash demostró, con un sofisticadísimo modelo de cálculo integral, que la única forma de maximizar el bienestar de un grupo de personas es lograr que todos los miembros del grupo piensen no solo en el bienestar propio, sino en el bienestar colectivo.
La conclusión, por lógica que suene, lamentablemente es muy poco aplicada, absolutamente brillante y muy pertinente para solucionar los serios problemas que afrontamos actualmente en el mundo.
Honestamente, no creo que haya que tener el coeficiente intelectual de John Nash para comprender que nos conviene que todos estemos bien. ¿Será que ese cuento de que el sentido común es el menos común de los sentidos es tan cierto? En el hogar, por ejemplo, no podemos estar bien si los demás no lo están. Profesionalmente, necesitamos un buen ambiente de trabajo para alcanzar los objetivos que nos proponemos. La tranquilidad del barrio depende de todos, no solo de estar bien nosotros y nuestra familia. Y lo mismo se puede aplicar para nuestra ciudad, nuestro país y el mundo entero.