¿Será más fácil ayudar a alguien o recibir ayuda de alguien?
Probablemente, la respuesta dependa de cuál ha sido nuestra realidad.
Yo tuve dos tíos paternos, que fueron muy solidarios entre ellos toda la vida. El mayor de ellos se llamaba José Víctor y era un abogado con una forma de ser muy alegre; era una especie de cajita de música, como dirían por ahí. El segundo hermano era Jorge, también abogado y con un amor insaciable por la lectura. El tercero era mi papá, un médico cirujano enamorado de su profesión, que pienso que era un punto intermedio entre sus dos hermanos; era de pocas palabras, muy bueno para escuchar y dar consejos concretos. Los tres fueron padres, esposos, miembros de familia y profesionales muy exitosos en sus carreras. Cada uno de ellos tuvo seis hijos.
La niñez de mi papá y mis tíos fue dura desde muchos puntos de vista, pero las dificultades tuvieron un efecto de solidaridad e incondicionalidad único entre los tres hermanos Dangond Flórez. Ellos recibieron apoyo de muchos familiares y toda la vida fueron muy agradecidos con cada uno de ellos. Nunca percibí de mi papá ningún tipo de incomodidad al recordar sus años de infancia y juventud, cuando recibió ayuda de varios de sus familiares. De hecho, conservó siempre una estrecha relación con todos ellos, relación que sus hijos heredamos y mantenemos hasta el día de hoy.
Con el paso de los años, mi papá y mis tíos tuvieron la posibilidad de ayudar a muchas personas, y sé que lo hicieron con el mismo gusto que ellos percibieron cuando eran los receptores. Estoy seguro de que en ese momento no lo vieron como algo negativo ni lo consideraron motivo de vergüenza, así como cuando ayudaron a alguien lo vieron como algo normal, que no merecía un juicio de valor.
Desde el punto de vista estoico, ayudar ni recibir ayuda tienen ninguna connotación positiva ni negativa. Eso depende de cada uno, del juicio que emita cuando da o recibe ayuda.
Ahora, si me preguntan a mí, yo prefiero ser quien está en condiciones de ayudar. No porque crea que recibir ayuda sea vergonzoso, sino simplemente porque considero que genera una sensación especial saber que podemos ayudar a alguien. Lógicamente, el ideal es que nuestros seres queridos no requieran ayuda, pero siendo realistas, la vida es una montaña rusa y todos tenemos momentos buenos y otros no tanto.
Volviendo a la historia de mi papá y mis tíos, es muy probable que a ellos les hubiera parecido más fácil ayudar que pedir ayuda, pero también es muy probable que el haber recibido ayuda en su juventud los hiciera valorar más a su familia y, seguramente, los convirtió en mejores personas. Aquí hablo también por mí, porque yo he recibido ayuda en muchas ocasiones y tengo la certeza de que esos momentos me sirvieron para valorar mucho más las cosas.