El problema que consideramos una oportunidad de negocio
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El problema que consideramos una oportunidad de negocio

Partamos de una premisa, que posiblemente la mayoría de las personas creemos correcta: solo las empresas que les solucionan problemas a sus clientes consiguen sobrevivir y crecer.

El problema que yo consideré que era una oportunidad de negocio es que la mayoría de las personas desarrollan sus proyectos basándose más en la intuición que en una estrategia.

Como había que validar que este problema fuera real, encuestamos a 450 personas, a las que les preguntamos si les parecía necesario recibir apoyo de un experto en estrategia y en gerencia para desarrollar sus proyectos de vida o empresa. El resultado no fue lo que esperábamos, porque el 94 % de los encuestados expresó que pensaba que no le hacía falta ese apoyo en estrategia y en gerencia.

¿A qué nos dedicamos en la vida?
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¿A qué nos dedicamos en la vida?

Antes de contestar esta pregunta, sería conveniente preguntarnos primero cuál es nuestro principal propósito en la vida. ¿Ser felices? ¿Servir? ¿Producir? ¿Trabajar? ¿Procrear? Lo cierto es que esta pregunta puede tener miles de posibles respuestas y solo cada uno de nosotros la puede contestar.

Independientemente de cuál sea ese propósito, nuestra vida y nuestra cotidianidad se componen de una serie de emprendimientos. Emprendemos cuando iniciamos un proyecto académico, deportivo, cultural, político, artístico o empresarial. Incluso organizar un asado para el fin de semana siguiente podría considerarse como un emprendimiento.

La economía y el valor real de las cosas
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La economía y el valor real de las cosas

En los años ochenta, las marcas de relojes más deseadas por los jóvenes de aquella inolvidable época en mi natal Bucaramanga eran, hasta donde yo recuerdo, Swatch, Casio y Timex. Obviamente, existían otras muy buenas también, como Tag Heuer, Omega, Cartier o Rolex, pero no recuerdo que mi generación le diera tanto valor a la marca. Yo creo que para nosotros el valor de un reloj tenía una relación más directa con su valor intrínseco, o sea, que valorábamos el hecho de que el reloj sirviera no solo para darnos la hora correctamente, sino también como un accesorio que complementaba nuestra vestimenta.