Antes de contestar esta pregunta, sería conveniente preguntarnos primero cuál es nuestro principal propósito en la vida. ¿Ser felices? ¿Servir? ¿Producir? ¿Trabajar? ¿Procrear? Lo cierto es que esta pregunta puede tener miles de posibles respuestas y solo cada uno de nosotros la puede contestar.

Independientemente de cuál sea ese propósito, nuestra vida y nuestra cotidianidad se componen de una serie de emprendimientos. Emprendemos cuando iniciamos un proyecto académico, deportivo, cultural, político, artístico o empresarial. Incluso organizar un asado para el fin de semana siguiente podría considerarse como un emprendimiento.

Cuando hablamos de emprender, está implícito que debemos planear y ejecutar. Primero, hay que definir el menú y la cantidad de comida, teniendo en cuenta el número y las características de los comensales. También hay que definir la hora, el lugar y otros detalles, como la música y la ubicación de las personas. El día del evento ejecutamos esos planes para lograr que nosotros y nuestros invitados disfruten el momento. Esta planeación es equivalente a una estrategia y la ejecución es la gerencia del asado.

Cuando analizamos nuestra vida como una secuencia de pequeños, medianos y grandes emprendimientos, es fácil concluir que a esa planeación y a esa ejecución les falta un propósito mayor que nos mantenga motivados, especialmente en los momentos difíciles. ¿Por qué voy a esforzarme en mi trabajo y en mi vida? ¿Cómo me voy a mantener inspirado y motivado para inspirar a mi familia, a mi equipo de trabajo, y en caso de convertirme en empresario, a mis clientes, proveedores y posibles inversionistas?

A continuación, voy a explicar una serie de tácticas inspiradas en el libro El círculo dorado, de Simon Sinek, que podrían ayudarnos a comprender la importancia de ese propósito mayor y cómo llegar a conocer el nuestro.

Primero, analicemos con alguna profundidad cómo han inspirado a la acción los grandes líderes de la humanidad. Cuando pensamos en Marco Aurelio, Nelson Mandela, George Washington o, como dice Sinek, Steve Jobs o Martin Luther King, debemos tener en cuenta que el liderazgo, entendido como la capacidad de inspirar a otros a la acción, es una habilidad que se puede aprender. No todos tenemos esa capacidad de manera innata, como la pueden tener los hombres de los ejemplos anteriores y muchos otros grandes líderes del mundo. La idea es recomendarles algunas tácticas que nos pueden ayudar en este campo.

Si queremos ser líderes, debemos tener claro que el hecho de que algo funcione no quiere decir que sea correcto. Si hablamos de lograr ser líderes es, posiblemente, porque deseamos influir en la manera de actuar de un grupo de personas. Posiblemente, la forma más sencilla de alcanzar este objetivo podría ser manipulándolas para conseguir que se comporten como nosotros necesitamos. Para esto, podemos investigar cuáles son sus falencias para hacerles creer que tenemos la solución. También podemos decir mentiras que los lleven a pensar que somos la mejor opción, descalificando así a la competencia. O podemos comprar conciencias con recompensas como el dinero. Todas estas tácticas han funcionado en numerosas ocasiones, pero son una manipulación basada en influencias externas y racionales. En otras palabras, no son correctas, pese a ser efectivas.

La opción que nos convertiría en líderes es lograr el mismo resultado por medio de la inspiración, que consiste en generar influencias emocionales internas para que exista un propósito común y libertad de actuar. Esta forma es mucho más efectiva y duradera, aunque muy seguramente va a tomar más tiempo y esfuerzo.

Ahora, para lograr ser inspiradores debemos empezar por descubrir nuestro propósito, nuestra causa y nuestras creencias. En otras palabras, debemos saber cuál es nuestro por qué. Qué es eso que nos motiva a esforzarnos todos los días, incluso cuando amanecemos sin ánimos, pero igual decidimos levantarnos a trabajar en nuestros proyectos.

Sinek llama a este proceso el círculo dorado, que consiste en tres niveles de afuera hacia adentro del círculo:

Qué hacemos, cuál es el resultado esperado y la estrategia para lograrlo.

Cómo lo hacemos, cuál es la forma y plan de acción para conseguir el resultado.

¿Por qué lo hacemos? Nuestro propósito o sueño.

Si tratamos de convencer a alguien de hacer algo, o de comprar algo, y nuestros argumentos son los resultados que buscamos y cómo los vamos a conseguir, es muy probable que nos convirtamos en una opción más, en un commodity que la única diferenciación que tiene es el precio. Si, por el contrario, nos concentramos en hablar de nuestro propósito y explicamos por qué hacemos lo que hacemos, vamos a lograr tener no solo seguidores, sino también clientes leales y comprometidos. Desgraciadamente, la mayoría de nosotros busca influir en los demás hablando al revés de lo que hacen y cómo lo hacen.

Otro punto fundamental para conseguir que nuestros seguidores o clientes se sientan inspirados por nosotros es lograr que haya sentido de pertenencia, que no es otra cosa que conectarse emocionalmente con los demás. Esto normalmente se logra cuando encontramos gente que cree en lo mismo que nosotros. Por ejemplo, cuando vamos a un estadio de fútbol a ver jugar al equipo del que somos hinchas, y tenemos alrededor a muchas personas que siguen al mismo equipo, claramente nos sentimos cómodos, a pesar de que estamos rodeados de desconocidos. Los seres humanos, como seres sociales, tenemos una necesidad biológica del sentido de pertenencia.

Lo anterior podemos verlo en muchos ejemplos, que van desde líderes políticos hasta empresas que consiguen que sus clientes hasta se tatúen su logo en el cuerpo. Esto no se logra simplemente hablando de resultados, sino cuando una marca encuentra a las personas que creen en lo mismo que ellos. Básicamente, estas marcas logran volverse parte del estilo de vida de sus clientes. Si estos clientes se encuentran, sin conocerse, van a sentir una conexión inmediata simplemente porque creen en lo mismo.

En este punto, podemos pensar en construir una comunidad de personas que creen en lo mismo que nosotros. Sin importar si somos una marca de ropa, un equipo de fútbol, un grupo musical o un proyecto político, podemos construir una poderosa comunidad de personas leales a nuestras creencias y propósitos, siempre y cuando tengamos un grupo de gente con las mismas creencias que nosotros.

Esto lo podemos lograr comunicando lo que hacemos y cómo lo hacemos. Es fundamental que haya una coherencia absoluta entre lo que hacemos, cómo lo hacemos y por qué lo hacemos. En otras palabras, nuestro propósito es solo una idea, una creencia que vamos a materializar siendo coherentes con nuestro qué y nuestro cómo.

Nuestro gran reto en la vida es mantenernos firmes con nuestro propósito y con nuestras creencias. Realmente, esto no es algo que nosotros inventamos o diseñamos, sino algo que logramos descubrir en nuestro interior. Todos tenemos causas por las cuales estamos dispuestos a esforzarnos, para permanecer motivados incluso cuando las cosas no van como quisiéramos.

Debemos mantenernos firmes en el tiempo, confiar en nuestros instintos, evitar al máximo trabajar por el resultado y mantenernos en nuestras creencias y propósitos superiores. Por todo esto es muy importante conocer nuestra pasión, porque saber qué es lo que realmente amamos nos va a mantener motivados e inspirados; incluso estaremos dispuestos a asumir riesgos con la seguridad de que estamos haciendo lo correcto.

Por último, debemos tener siempre claro que nuestra verdadera competencia somos nosotros mismos. Tenemos que acostumbrarnos a medirnos y compararnos únicamente con nuestro desempeño en periodos anteriores, ya que nos va a permitir mejorar siempre un poco en relación con el mes pasado o con el año pasado. Esto es clave, porque siempre seremos diferentes de la competencia.